No os voy a cansar con lo que ya sabéis de la invasión que supone utilizar Facebook. Lo que quizá algunos no se hayan percatado es que el “Facebook way of life” fue “naturalizado” también fuera de la red.
El estilo Facebook de pedir y estimular el uso del nombre real, la publicación de innúmeros datos personales, bien como fotos, videos y comentarios está inundando la vida. Ejemplo: es cada vez más común que bares, pubs o discotecas pidan la presentación del DNI a su público.
La negativa en identificarse es motivo para no acceder al recinto. Y la gente no ve nada malo en ser tratada de manera policíaca para entrar en un pub – los que frecuentan los pubs de moda están acostumbrados a publicar todo sobre sí mismos, incluso con el horario en que llegaron al local.
Como la persona puede informar datos falsos, algunos establecimientos solicitan la presentación del documento. ¿Política de privacidad de datos del local? Estaba en una servilleta, pero se mojó.
Voy a saltar la parte de los edificios públicos y privados que exigen no solo que presentes el DNI pero también te hacen una foto – a pesar de que el recinto tiene circuito de cámaras. Y te piden para sonreir.
Tan grave como tener que identificarse para tomar una cerveza en la vida real es lo que hacen de manera descarada algunos servicios en la red. En Brasil es popular el Tinder, aplicativo para adolescentes encontraren adolescentes en plan “romance” – siendo que la mitad de ellos, según encuesta, está en relacionamientos, pero la ética es tema para outro post.
Entre las atrocidades de su política de “privacidad”, Tinder dice que no RECONOCE el deseo expreso de los usuarios de no ser rastreado (Do Not Track) pues “el concepto no está bien definido por la indústria”. Es difícil imaginar un pretexto más absurdo. No me ratrees, cabrón, es exactamente lo que dice.
Por ni hablar de las cookies que nos están poniendo gordos de tanto comer cada vez que consultamos temas críticos como…la meteorología. Facebook estableció el modelo de invasión consentida a la privacidad. La vida hecha Facebook es bastante peor que la imaginada por la ciencia ficción. Y nadie parece se importar. Que venga el chip subcutáneo.