Hubo un tiempo en que tener ideas revolucionarias, divergentes, originales o mismo exóticas causaba problemas a sus autores. Pero también los destacaba.
Importantes pensadores y artistas produjeron obras en condiciones difíciles, perseguidos, exiliados, enfermos o encarcelados – o todas a la vez. Lo difícil muchas veces era hacer que su trabajo llegase a la gente.
El filólogo y teórico marxista italiano Antonio Gramsci escribió los Quaderni del Carcere durante su encarcelamiento por los fascistas (1928-1935). Murió en un hospital tras una hemorragia cerebral en 1937 y sus cuadernos fueron publicados después de la II Guerra Mundial.
El líder de la Revolución Comunista, Vladimir Lenin, creó un diario de divulgación teórica, publicó libro y artículos durante los años en que estuvo exiliado de la Rusia zarista – cuando tuvo a su lado su mujer, secretaria, traductora y también defensora del comunismo Nedezhda Krupskaya – en epopeya por varios países europeos.
Las primeras copias de Iskra, el diario publicado inicialmente en Munique a finales de 1900, tardaron semanas en las manos de varios mensajeros por Alemania, Austria y Turquia hasta llegar a Rusia. Mensajeros también transportaban cartas entre los compañeros de partido y mantenían el flujo de noticias.
Los revolucionarios del pasado sufrían con enormes barreras para hacer llegar sus ideas al público, para organizarse, formar un partido clandestino, financiarse – el crowdfunding eran dos o tres burgueses.
Lógicamente siguen existiendo escritores, artistas, activistas y pensadores perseguidos, presos, exiliados. Pero parece que los del presente sufren además por el poco impacto o trascedencia que alcanzan, aunque sus trabajos estén disponibles con frecuencia.
La avalancha de información nos tiene soterrados o incapaces de controlar su flujo. La internet es un invento excepcional de dispersión de cualquier idea, sea o no estúpida – nos resta confiar que también será así con el nuevo fascismo que florece de los dos lados del Atlántico. La revolución no será televisada1, ya sabemos. Ni leída, ni comentada. No será.
- Por si acaso no habéis visto el interesante documental «Revolution Will Not Be Televised«, os dejo un enlace
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La pregunta que se me ocurre es que queremos revolucionar ahora, porque ya no es lo mismo lo que necesitamos o reclamamos. Y la revoluciones verdaderas han venido siempre por la gran participación social y civil, aunque nunca sobra autores, pensadores y filósofos que ayuda siempre a mejorar y entender el mismo proceso. Usando ahora si la velocidad, beneficio, coordinación y resultados en mas corto plazo. /cc @tama