El Mellizo

Cuadro 1: Aún antes de conocer el significado de la palabra odio, yo odiaba incondicionalmente a Franz, mi hermano mellizo.
El dibujo muestra a dos lactantes disputándose el pecho materno.

Cuadro 2: Cuando por fin me familiaricé con la lectura, el diccionario me proporcionó una denominación adecuada para mis sentimientos.
El dibujo muestra al narrador con su dedo índice señalando la palabra Odio, en medio de una página. A cierta distancia se ve la figura de Franz, idéntica a la del narrador. Los dos son escolares.

Cuadro 3: Posteriores estudios de gramática, me dieron al posibilidad de articular la expresión de mis sentimientos en unidades sintácticas completas.
El dibujo muestra al narrador diciendo «Te Odio» a su hermano.

Cuadro 4: La felicidad de mis primeras experiencias amorosas, no conseguía eclipsar la innata aversión que me habitaba.
El dibujo muestra al narrador abrazado con su novia en el banco de una plaza. Ella le pregunta «¿En qué pensás, mi cielo, que estás tan callado?» El contesta «Pienso un poco en el amor que te profeso, pero más que nada, pienso en el odio que tengo a Franz»

Cuadro 5: El día en que Franz se casó, tuve la primera oportunidad de divulgar públicamente mis oscuros afectos.
El dibujo muestra la boda de Franz. El cura pregunta «¿Alguien tiene algo que objetar a esta unión matrimonial?». El narrador contesta «Si, yo. Considero al novio absolutamente repudiable».

Cuadro 6: Cuando yo me casé, el cura tenía los papeles algo entreverados, y cuando se dirigió a mí, lo hizo llamándome Franz. El hecho fue luego bastante lamentado por el irreverente eclesiástico.
El dibujo muestra al narrador junto a su novia, abofeteando al cura y diciéndole «¿Que me viste de parecido a Franz? Anormal.»

Cuadro 7: Debí rechazar numerosas posibilidades de empleo por no querer llenar los formularios de inscripción en aquellas partes en que estos requerían una lista de familiares cercanos.
El dibujo muestra al narrador provocando la ingestión forzosa de un formulario arrugado por vía oral al funcionario que lo atiende.

Cuadro 8: Mi profesora de piano tuvo que arrepentirse de proponerme la ejecución de piezas de Liszt y de Schubert, y aplacar mi ira con una apología de Chopin y Schumann.
El dibujo muestra al narrador estrangulando a la profesora de piano exclamando «¿Qué me querés hacer tocar, yegua insensata?» En el piso se ve una partitura encabezada con el nombre de Franz Schubert.

Cuadro 9: Me fue necesario huir rápidamente de una librería en cierta ocasión en que, mirando distraídamente el contenido de una mesa de ofertas, vomité escandalosamente sobre un volumen de Kafka.
El dibujo muestra al narrador corriendo calle arriba, mientras el librero desde la puerta de su comercio, le grita «Vení a limpiar eso, chancho existencialista.»

Cuadro 10: Mi inconmensurable odio se multiplicó por 10, cuando descubrí que mientras yo ocupaba mi tiempo libre en seducir a la mujer de Franz, mi indigna esposa se iba a hacer el amor precisamente con él.
El dibujo muestra al narrador acostado con su amante en una pieza de un telo. Mientras de la habitación contigua se oye una voz que dice «Oh Franz.»

Cuadro 11: Un fétido sentimiento empezó a oscurecer cada momento de mi vida, a partir de que, habiéndonos divorciado tanto Franz como yo, y habiendo perdido ambos nuestros empleos por malas referencias cruzadas y cursadas por nosotros mismos a nuestros respectivos jefes en correspondencia inversa, nos vimos obligados a volver a ocupar el mismo dormitorio en casa de nuestros padres.
El dibujo muestra a los dos mellizos en sus respectivas camas, con rostros acusadamente bélicos.

Cuadro 12: La noche que decidí aniquilar de una vez por todas a Franz, descubrí que yo no era el inventor de la pólvora.
El dibujo muestra a los mellizos en sus camas, asomando cada uno desde sus respectivas mantas, sus respectivos revólveres.

Cuadro 13: Hoy en día sin embargo, me encuentro tratándome con un psicoanalista que intenta convencerme de que mi propio nombre es Franz, y de que nunca tuve un hermano mellizo.
El dibujo muestra a Franz.

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