[Voces, ruido de disparos, gritos:
(Quietos todo el mundo, se sienten, coño, al suelo, al suelo![varias veces]]
[Cantado con la música de *Aquellos duros antiguos / que tanto en Cádiz dieron que hablar …+, nótese la similitud de los comienzos de ambas composiciones.]
Aquellos guardias civiles
que interrumpieron la votación
jodieron la investidura
del jefe de la nación,
secuestraron al gobierno,
la prensa y la oposición.
Allí estaba Tejero,
vaya un pitote,
con su tricornio negro,
su traje verde
y con sus bigotes.
Se subió a la escalera
y les habló,
«estense todos quietos,
¡ay, por favor!»
Estaba la gente
cagaita de miedo,
bajo sus escaños,
tiraos por el suelo.
De repente el Guti
se fue pa’l Tejero,
¡ay coño, qué susto,
nos matan al viejo!
Tejero, como ya dije,
sin moverse de su sitio,
se puso a pegarle tiros,
al techo del hemiciclo.
Suárez se queda quieto,
Carrillo no mueve un dedo
y el pobre de Sagaseta,
rodilla en tierra,
rezando el credo,
y hasta se empinan los rizos
de la cabeza del Escuredo.
Qué nochecita pasamos
lo’ españoles,
vaya una gracia,
si el Borbón no lo remedia,
nos quitan la democracia,
las huelgas, los sindicatos
y hasta la Constitución.
Los tanques por Valencia,
van como locos,
menos mal que Juan Carlos
me los convence
poquito a poco.
Y al ver cómo se pone,
la situación,
se reúne la junta
de Estao Mayor.
Y al cabo de un rato
sacan una nota,
que dice: «Tejero,
no seas cabezota.
Ríndete al momento,
no seas desgraciao,
que los golpeteros,
te han abandonao.»
Tejero, sin inmutarse,
sin bajarse del poyete,
le pega un corte de mangas,
al Aramburu Topete.
«De aquí no se mueve nadie,
soy el caballo de Troya
y estoy dispuesto a cargarme
medio Congreso
si no me apoyan,
que estoy hasta los bigotes
de que me tomen
por gilipollas.»
Nos días rebeldes.